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Se sientan las bases de un poder militar anfictiónico
Importante replanteamiento estratégico militar de posible alcance hispánico
Lunes 1ro de enero de 2007, por ER. Caracas
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, aprovechó la ceremonia de salutación de fin de año a la Fuerza Armada Nacional (celebrada el jueves 28 de diciembre de 2006) para anunciar que el ejecutivo venezolano propondrá a la Asamblea Nacional, que en la reforma constitucional que está en marcha, el poder militar de la República pase a llamarse Fuerza Armada Bolivariana, «en honor al guía, líder y ejemplo supremo de lo que debe ser un soldado que constituye el Libertador, Simón Bolívar».
Chávez instó a la Fuerza Armada Nacional, a través del ministro de la Defensa, general en jefe Raúl Isaías Baduel, para que el poder militar elabore un Plan especial para el quinquenio 2007-2011 que incorpore una visión estratégica del lugar que debe ocupar Venezuela en los próximos años: «Esto para que cada uno de los soldados del Ejército, la Marina, la Aviación y la Guardia Nacional, cada día seamos más verdaderamente bolivarianos en la idea, el pensamiento y en la acción; como soldados, como ciudadanos de esta Patria, como soldados de este pueblo.»
Este replanteamiento del poder militar, hacia «la nueva era», se contempla en el marco del Plan Bolívar 2011, que contempla aprovechar las conmemoraciones del bicentenario del Acta de la Independencia de Venezuela (el 5 de julio de 1811), para recuperar de manera firme los ideales bolivarianos: «serán cinco años de intenso trabajo, planificación y concreciones para continuar mejorando, superando cada día los niveles de excelencia en cuanto a ideología, conciencia, el nuevo pensamiento militar, la doctrina de defensa nacional, la capacitación para la resistencia nacional, la incorporación de la Reserva como combatiente, el pueblo a la Fuerza Armada, la capacitación, el incremento del nivel académico de los oficiales y cadetes, el incremento del nivel de vida, de la moral de los cuadros en todos los niveles, de la logística, del potencial, el armamento, la ciencia, la tecnología, de la unidad de la FAN, de la unidad civicomilitar.»
Tiene el mayor interés político la voluntad venezolana de vincular la formación de una Fuerza Armada Bolivariana con el bicentenario que se celebrará en 2011. En efecto, el 5 de julio de 1811 firmaron los patriotas venezolanos en Caracas: «En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente (...) queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía (...) y corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la nación española.»
Bajo el rótulo «la nación española» no se referían a otra cosa que a la nación histórica española, al Imperio español, víctima desde 1808 de las ansias imperiales de la Francia, encarnadas en Napoleón. Sigue el Acta de la Independencia: «Las sesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas del Escorial y de Aranjuez, y las órdenes del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española. Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación. América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba.»
A lo largo del siglo XIX la nación histórica española fue generando las distintas Naciones políticas en las que se transformó el antiguo Imperio español, no sólo las repúblicas americanas, sino también la propia Nación política española, que mantuvo como forma de gobierno la monarquía en la Constitución de Cádiz de 1812.
Un año antes, en Caracas: «Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límites y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes. Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, damos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor nacional.»
Pero «la América» que frente a Europa y a España era el referente de aquel impulso político revolucionario y libertador, a pesar de la voluntad unitaria americana de algunos grandes próceres, se fragmentó en partes enfrentadas entre sí durante décadas, en conflictos muchas veces inspirados por terceros, hasta que se fueron ajustando y asentando los diferentes Estados soberanos dotados de ejércitos propios, las diferentes Naciones políticas, cada vez más ensimismadas en sus identidades particulares, como buscando alejarse del ideario bolivariano, de la posibilidad de lograr la anfictionía americana.
La Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), como proyecto de integración de los países del Caribe y de la América hispana, impulsada por el presidente Chávez en 2003, se va a dotar ahora de una Fuerza Armada Bolivariana, por transformación de la actual Fuerza Armada Nacional Venezolana. Un poder militar que, aunque lo seguirá siendo por ahora de un Estado nacional como lo es Venezuela, puede convertirse en un instrumento esencial, en el umbral del bicentenario a celebrar en 2011, para una efectiva reorganización política de esa parte tan importante del mundo que hace todavía dos siglos formaba parte de aquella histórica «nación española».