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Asà aparece en L’Osservatore Romano
En el V Centenario del nacimiento del hereje
Sábado 4 de julio de 2009, por ER. Roma
El diario L’Osservatore Romano , vocero de la Curia vaticana, acaba de resaltar en un artículo reciente la figura del hereje Juan Calvino (1509 -1564) destacándola por encima del otro famoso hereje de la Reforma: Martín Lutero (1483-1546). Según L’Osservatore Romano, Calvino es «uno de los dos franceses que han dejado una huella duradera, visible y reconocida en la faz de la tierra». El otro francés supuestamente importante no es otro que el sofista Rousseau.
El Vaticano destaca con éste comentario, en el V centenario del nacimiento del hereje, la figura teocrática de Calvino frente a la visión secularista de Lutero. Al parecer, la Iglesia Católica se ve más identificada con alguien como Calvino capaz de «fundar un sistema eclesial compenetrado en la sociedad civil y al mismo tiempo lo suficientemente independiente como para no ser influenciado». El historiador Alain Besancon, encargado de redactar el artículo para el periódico vaticano añadió que la teocracia calvinista es «una creación genial, capáz de adaptarse a las monarquías, a las repúblicas aristocráticas y a las repúblicas democráticas. Resiste de manera ágil a todos los cambios y a la revolución de la modernidad. Su superioridad histórica, es decir, su eficacia, es patente, frente a la rigidez autoritaria del mundo luterano».
La Santa Sede, obsesionada con el giro «impío» de la modernidad y la «mentalidad científico-técnica», parece ser que prefiere como aliado de batallas a las huestes calvinistas —hijas de la Economía de mercado liberal— antes que a los secuaces del ex-fraile agustino. La bacarrota ideológica del Vaticano queda así al descubierto en el comentario falaz y absolutamente gratuito que pone como segundo francés más importante tras Calvino —ya es cuestionable que Calvino sea el primero— al metafísico, sofista e indocto filósofo Rousseau, pues como ha mantenido Gustavo Bueno: «No hay tontería que no haya sido dicha por Rousseau». Si un revolucionario tuviera que elegir al francés que de modo objetivo más haya influido en nuestro mundo actual, sin duda, escogería al emperador Napoleón I, encargado de expandir la Revolución francesa por Europa y provocando con su proyecto imperialista el surgimiento de Revoluciones nacionales como la Revolución española —con su repercusión en Iberoamérica- iniciada en 1808.