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Irá como comparsa del lado de Francia
Intentará hacer proselitismo de su indefinida ideologÃa aliciesca
Viernes 14 de noviembre de 2008, por Grupo Promacos
Cuando Zapatero afirmó que España debía estar en el formato que fuese, ya se tratase de G 1, G 5, G 8 o G 20, en realidad no estaba sino soñando con que la socialdemocracia fuera la que marcase las pautas por las que se rige el mundo, y por lo tanto Rodriguez Zapatero sería el máximo líder, indispensable en cualquier tipo de Cumbre. Sólo así puede entenderse el entusiasmo de participar en una cumbre en la que sólo aparece como comparsa tras ceder Francia uno de los dos asientos de que disponía, como miembro del G 8 y presidencia de turno de la Unión Europea, a España.
El Pensamiento Alicia que defiende Zapatero, en el que se ven las soluciones a todos los problemas del mundo por encima de las contradicciones existentes, no repara en que la silla que se le ha cedido es una de las correspondientes a la Unión Europea, siempre invitada a las reuniones del G 8. Y al ser el presidente de turno de la UE Sarkozy, que tiene un puesto fijo en el G 8 por ser presidente francés, podía ceder una silla «generosamente». Con la ampliación de la Cumbre (G 20+1), también aparece un nuevo invitado: Holanda, quien sin haber hecho especial ruido, verá a su primer ministro, Jan Peter Balkenende, sentado con los países más importantes del mundo, lo que debería hacer reflexionar, si es que cabe esa posibilidad, a Zapatero: Holanda ocupa el puesto número 17 en la economía mundial y su sector financiero se encuentra en el séptimo lugar mundial. Nada especialmente relevante.
El G 8 fue establecido precisamente durante la crisis del petróleo de 1973 a partir de las reuniones de los ministros de finanzas de Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y el Reino Unido, se amplió con Italia en 1975, con Canadá en 1977, y finalmente con Rusia en 1998. Por contra el G 20, que se reúne anualmente desde 1999, incluye en su grupo de 11 países emergentes naciones en principio tan dispares como Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, Méjico, Corea del Norte, Sudáfrica y Turquía, junto a la Unión Europea.
Si en 1975 existía un G 6, las expectativas de España entonces eran, pese a la reciente crisis del petróleo, inmejorables: tercer productor mundial de acero, una economía pujante y una previsión de alcanzar o incluso superar a Japón. Pero la llegada de la democracia realmente existente y los sucesivos gobiernos socialistas y populares fueron realizando la reconversión industrial, y pese a que el progreso material y económico de los ciudadanos españoles ha seguido creciendo, el poder económico de España ha quedado reducido al turismo y la banca especulativa, dependiendo cada vez más de la Unión Europea en el sector de la industria.
De hecho, si el G 8 representa a los países con bomba atómica y aliados suyos del orden internacional, el G 20 abarca a otros países emergentes que también tienen bomba atómica (India, China) o aspiran a tenerla (Argentina, Brasil). Si España ni tiene bomba atómica ni nada en principio relevante, al margen de su importante Historia y su idioma (elementos menospreciados por la socialdemocracia), su único papel ha de ser el de comparsa o, a lo sumo, el de un ensoñador líder que sueña con estúpidas Alianzas de Civilizaciones, que podrá establecer con Turquía y Arabia Saudí, si le place o le permiten.
Por último, destacamos desde el Grupo Promacos un detalle: no deja de ser curioso que los periodistas a sueldo del socialfascismo se encarasen contra Aznar no hace mucho, afirmando que tampoco España logró entrar con él en el G 8. Pero lo cierto es que al final de su mandato no era descabellado ocupar el puesto de Canadá, a quien superamos en el valor del PIB a finales del año 2003, o quizás a Italia, codeándonos así con economías como Alemania y Japón y con una alianza preferencial con países con bomba atómica como Estados Unidos y el Reino Unido ya sólidamente establecida (recordemos la hoy denostada Foto de las Azores). La contrapartida del socialfascismo zapateril es acudir de comparsa a la reunión del G 20, porque Francia se ha dado cuenta que le sobraba una silla.