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Guerras intestinas en los paÃses musulmanes
Las revoluciones islámicas en el Magreb suscitan rechazo en Arabia Saudita
Jueves 24 de febrero de 2011, por ER. Teherán
La Fitna que sirvió de título al cortometraje de Geert Wilders es una realidad en el mundo musulman. Al menos así cabe interpretar el desarrollo de las revueltas islámicas en todo el Magreb, ahora extendidas a la Península Arábiga, como se ve en Bahrein. Toda una bofetada para ideologías pánfilas como las liberales y socialdemócratas. Si en primer lugar la revolución islámica en Túnez y Egipto sirvió para derribar a gobiernos de carácter militar, algo que parece verá la luz también en la Libia de Gaddafi, que mantenían una cierta fachada de modernidad frente al medievalismo del Islam, ahora un movimiento islamista amenaza con derribar a una de las monarquías sauditas, el Reino de Bahrein.
Bahrein, un lugar donde abundan los negocios petrolíferos y todo tipo de actividades comerciales homologables a las de cualquier lugar de Europa o América, mantiene la peculiaridad de estar regida por un monarca sunnita que gobierna a un país de confesión musulmana mayoritariamente chiíta. Las dos ramas del Islam, la segunda surgida del martirio de Hussein, nieto de Mahoma. La misma rama que impera en el Irán de los ayatolás, y que bien organizada ha puesto en jaque la autoridad del monarca Hamad bin Isa al-Jalifa. Las fuerzas militares del reino musulmán han tenido que actuar con virulencia, dejando tras de sí numerosos muertos durante los últimos días.
Yihad y Fitna entremezcladas
Al igual que la yihad, la Fitna ha sido una constante en unos regímenes islámicos que no distinguen entre política y religión. De ahí que los distintos califas vieran en las guerras intestinas una manera de incrementar su poder y a su vez el de las tendencias defendidas por ellos. La fitna provocó la extinción de los califatos chiítas en el siglo XII, pero también supuso el final de la dominación musulmana en lugares como la Península Ibérica, donde los denominados Reinos de Taifas, resultado de la descomposición del Califato de Córdoba a mediados del siglo XI, supusieron una consecuencia no deseada por el Islam de la fitna, llevando a su expulsión en 1492, la denominada por Bin Laden «tragedia de Al Andalus».
Sin embargo, desde 1979 existe un estado musulmán chiíta representado por Irán, y son muchos los chiítas que ya no sólo llaman a la revolución islámica en el Magreb, sino contra las monarquías sunnitas de Arabia. Es lógico que en Arabia Saudita vieran con recelo la eclosión de un movimiento islámico, que puede comprometer también a un país con lugares santos para el Islam.