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Sin tocar a sindicatos afines, como el de PEMEX o el de los trabajadores de la educación
La disputa, según sea el resultado, puede significar o la ruina o la gloria de Calderón
Miércoles 7 de octubre de 2009, por ER. México
Con una historia que se remonta al último cuarto del siglo XIX, la compañía Luz y Fuerza del Centro (LyFC), cuyo antecedente es la compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica, fundada en 1881, ha entrado en un proceso crítico cuyo horizonte último es la desaparición definitiva.
Hace algunas horas, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), a cargo el señor Javier Lozano Alarcón, denegó el reconocimiento -la denominada "toma de nota"- del último proceso electoral interno en el que habría de darse la renovación de la dirigencia del sindicato correspondiente, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), encabezado -formalmente hasta hace algunas horas- por Martín Esparza. Con esta decisión, se orquesta una dialéctica política en virtud de la cual el SME, al carecer oficialmente de dirigente, queda en suspensión operativo-financiera, pues la ausencia del titular de la secretaría general comporta, entre otras cosas, la paralización temporal del flujo de recursos a las cuentas bancarias del sindicato, que ascienden a un monto de 35 millones de pesos mensuales.
LyFC es hasta estos momentos la empresa encargada de la transmisión, transformación, distribución y comercialización de energía eléctrica ofrecida como servicio público en la zona central del país, que abarca al Distrito Federal en su totalidad, y, parcialmente, a los Estados de México, Morelos, Hidalgo y Puebla. Cuenta con alrededor de 65 mil trabajadores, de los cuales 10 mil son pensionados.
El Sindicato Mexicano de Electricistas es uno de los más combativos y de oposición al neoliberalismo en el país, y fue uno de los apoyos decisivos al movimiento que en 2006 se organizó en torno de Andrés Manuel López Obrador.
La estrategia del gobierno federal, según las evidencias puestas a la vista, es la del cierre definitivo de LyFC con el propósito de desmantelar a un sindicato que desde siempre ha sido una piedra en el zapato para los regímenes neoliberales.
La propaganda orquestada es la habitual: el gobierno culpa al SME -en general a todos los sindicatos- de la quiebra de la empresa, y confecciona una campaña mediática orientada a la generación de un clima de opinión adverso y de rechazo al sindicato en cuestión: se recuerda la venta de plazas (que en efecto tienen lugar, al igual que en todos los sindicatos), la corrupción interna, el despilfarro, la holgazanería de trabajadores, el mal servicio, etc., etc.
Pero lo cierto es que esa supuesta quiebra de la que todos hablan, especialmente los medios de comunicación bajo consigna del régimen (Televisa, TV Azteca y Cía.), no es otra cosa que un "acto de fe mediático-político", pues, a la fecha, no son de conocimiento público los estados financieros de la empresa en cuestión, razón por la cual no se puede saber exactamente, en el hipotético caso de que efectivamente estuviera en quiebra, cuáles son las causas reales de tal situación financiera. El único "argumento" esgrimido y difundido masivamente es que el alto costo de la nómina del personal sindicalizado es la razón única del supuesto estado de quiebra en que se encuentra, supuestamente, la empresa.
Y es precisamente esta opacidad -no puede saberse siquiera qué tanto impacta la nómina en el estado de resultados de LyFC, ni tampoco qué tanto influye en el resultado operativo el costo de la energía que tiene que comprar la empresa a la Comisión Federal de Electricidad, así como los precios castigados que se le dictan y a los cuales se obliga a LyFC vender el fluído eléctrico- que hace imposible saber con la certeza deseable lo que está ocurriendo en realidad en esa empresa.
Consideramos por tanto, desde ER.México, como insólito el conocimiento de causa que aparentan tener los medios masivos de información sobre el particular, expresándose categóricos y con arrogancia respecto del tema -y contra los sindicatos- presentando cuadros de interpretación y análisis completamente simplistas y capciosos, atizando con vileza el más elemental desprecio de clase: "la culpa es, TODA -reza la consigna-, del sindicato, por tanto, el sindicato debe morir". La animadversión y repugnancia producida en la sociedad contra los sindicatos es casi unánime.
Y es preciso aclarar que no está en el ánimo de ER.México fingir demencia respecto de las operaciones oscuras y de la corrupción interna -nefanda en muchos de los casos- que en efecto tienen preso al Sindicato Mexicano de Electricistas, al igual que tienen presos a sindicatos como el de PEMEX o el de los trabajadores de la educación, que encabeza Elba Esther Gordillo.
No se trata de eso, sino de ampliar el radio de análisis de la cuestión (sobre todo ante la advertencia de su magnitud política, ideológica y social, como es el caso) para poder apreciar con mayor claridad y consistencia los factores que intervienen en este conflicto que habrá de mantener atenta a la opinión pública nacional durante las próximas semanas; porque una cosa es la resolución de un conflicto laboral en el seno del Estado con un régimen nacionalista o nacional-popular, como pudo haberlo sido el régimen de Lázaro Cárdenas, y otra cosa es esa resolución con un régimen -además de espurio- neoliberal y conservador, anti-nacionalista en el límite.