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Fascismo, indigenismo y neofeudalismo se enfrentan a muerte en Bolivia
La dialéctica de Estados es más rotunda en los Estados débiles como Bolivia
Miércoles 17 de septiembre de 2008, por ER. Cochabamba
Bolivia en la cuerda floja
La virulencia que está alcanzando el enfrentamiento ya armado entre opositores a Morales (básicamente un compendio de neofeudalistas, fascistas y autonomistas) y los partidarios del Gobierno del MAS (indigenistas, izquierdistas indefinidos) representa un riesgo altísimo para las pretensiones de unidad iberoamericana. Los muertos en enfrentamientos callejeros entre los dos bandos se cuentan por docenas, un número sin parangón en lo que va de gobernanza del país por parte de Evo Morales. La utilización de armas de fuego, como ya adelantó El Revolucionario hace días, es un dato que no hace más que recordar los comienzos de la guerra que llevó en Europa a la destrucción (desde dentro y desde fuera) de la nación política de Yugoslavia.
Morales ya tendió la mano a los opositores, aceptando incluso cambios en la constitución indigenista promovida por él y por García Linera. Pero podría ser ya demasiado tarde. Nada más empezar las conversaciones, en gobernador de Pando, Leopoldo Fernández, uno de los más virulentos líderes del separatismo proyanki en Bolivia, fue detenido acusado de genocidio por la Fiscalía patria. Evo se ha visto así obligado a aplicar los principios básicos de la violencia legítima que todo Estado posee para garantizar la eutaxia boliviana (esto es, la unidad del país). Pero, aunque debido a esta contundente medida, otro prefector rebelde, Rubén Costas de Santa Cruz, se ha ofrecido para dialogar y firmar la paz con Evo, el resto de opositores al Gobierno no desfallecen en su intento de derrocamiento del Orden Establecido en la nación. Por ello, no extraña que Evo Morales, quien primero ofreció diálogo, se viese forzado a romperlo para responder contundentemente a las provocaciones separatistas.
UNASUR defiende a Bolivia y Chávez habla de unidad
Ante esta coyuntura, UNASUR se reunió con urgencia, para evaluar la situación que en el contexto de la organización supone la crisis boliviana. Todos los países miembros han coincidido en señalar que lo que acontece en Bolivia supone un grave riesgo para toda la región. Pero es Hugo Chávez el que llega más lejos a la hora de realizar un somero análisis de la situación. Chávez afirmó que tanto lo que ocurre en Bolivia como el intento de golpe de Estado en Paraguay contra el recientemente elegido presidente Fernando Lugo son fruto de una conspiración internacional contra el continente y su posible unidad. Una conspiración comandada por el Imperio estadounidense, hermanado con fuerzas fascistas de países iberoamericanos. Conspiración a la que la región entera ha de enfrentarse a coro con UNASUR al frente, según el presidente de Venezuela.
Contudente declaración de principios, aunque UNASUR, efectivamente, existe, pero sin capacidad hoy por hoy de plantar cara a otras plataformas continentales (Imperio Estadounidense, Unión Europea, China, Rusia, Islam). Sabiendo esto, Chávez se apresuro a convenir que UNASUR, e Iberoamérica por extensión, está sola, y aunque no cierra las puertas a negociar —y comerciar— con otros, sí es consciente de los problemas particulares de Iberoamérica:
Ese más allá de Chávez se plasma en la idea de crear una organización de Estados que se enfrente de manera directa a la OEA —Organización de Estados Americanos, promovida por Estados Unidos—.
Brasil se opone a las pretensiones imperialistas de Chávez
Frente a las radicales propuestas de Chávez, se encuentra Luis Ignacio Lula da Silva, presidente del Brasil, nación política iberoamericana más grande y la más poderosa económica e industrialmente de UNASUR. Lula no está de acuerdo con las pretensiones imperialistas venezolanas en lo que a Bolivia se refiere, y es más partidario de negociaciones y consensos. Lo que esconde su voluntad dialogante es pura dialéctica de Estados. Brasil entró en conflicto con Bolivia debido al gas que habitualmente llegaba de Bolivia al país carioca, y que fue cortado por el Gobierno de Evo Morales en plena crisis nacional. Recientemente restituido, Brasil se ha comprometido a actuar de manera conjunta con el Gobierno del MAS boliviano frente a los grupos armados insurgentes neofeudalistas. Pero es ahora Argentina quien teme perder el flujo de gas boliviano.
El Imperio mueve ficha a través de su prensa
Por su parte, el Imperio realmente existente, a través de su prensa oficial (en este caso el Washington Post), mete cizaña al Gobierno de Evo. Estos son comentarios extraídos del periódico capitalismo estadounidense en su editorial acerca del proceso de balcanización boliviano:
Claramente, el Imperio denuncia que el indigenismo boliviano no es más que una asunción de privilegios a los indígenas en detrimento del resto de la nación, lo que resulta una regresión del proceso holizador revolucionario que constituyó la nación política boliviana. Y no por decirlo el Imperio deja de ser cierto. Aunque en este otro párrafo no deja de aplicar sus planes y programas como Imperio generador (del American Way Of Life, claro está):
El Imperio realmente existente vuelve a recurrir así a una de sus paradojas más desastrosas: apoyar movimientos de extrema derecha en nombre de sus intereses y con la pretensión de extender la democracia liberal alrededor del mundo. Así lo hizo con Videla, Pinochet, Stroessner, Salazar, Franco o Batista, entre otros, en varias naciones políticas de la Hispanidad; así hizo con Ngo Dinh Diem o Chiang Kai Chek en el continente asiático; así hizo con Al Qaeda en Afganistán, con Saddam Hussein en Irak y con Hamas (frente a Al Fatah) en Palestina. Y en todas esas ocasiones fue peor el remedio que la enfermedad (al menos hasta que se encontró otro remedio, en los casos en que lo consiguió), sobre todo para los opositores a los planes y programas imperiales generadores estadounidenses.