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Nuevo lema tras el Congreso del PP
Exigencias del lavado de cara del Partido Popular
Lunes 23 de junio de 2008, por Grupo Promacos
El ampliado temario que el PP debería abordar según don Mariano, habría, al parecer de incluir —sin perjuicio de no hacer, eso sí, «dejación de los principios»— problemas tales como los relativos a la crisis económica, el precio de los carburantes, o las estrecheces que sufren a diario las familias españolas.
Pues bien, sin perjuicio de que nosotros damos, desde luego, por sobre entendida la importancia verdaderamente capital de tales cuestiones en las que el renovado Partido Popular parece pretender centrarse a partir de ahora, no podemos tampoco dejar de advertir el riesgo de que con semejante «ampliación» de los temas de discusión proceda don Mariano y su nuevo equipo de «centristas» a hurtar la discusión sobre el problema de la propia recurrencia en el ser de España como nación política frente a los planes de aquellos que buscan destruir su unidad soberana bajo el peso específico de los problemas —más o menos graves— que tal unidad soberana políticamente estaría atravesando en este momento.
Es decir, que bajo la coartada de la mentada evitación de todo discurso monotemático, estaría, a nuestro juicio, don Mariano Rajoy y sus muchachos tratando de olvidarse (esto es, en román paladino, de ocultar o bien colaborar en su ocultación) del «problema de España» –-el de su misma unidad e identidad como tal nación frente a las amenazas que pesan sobre ella— en beneficio de los «problemas de España»; problemas , insistimos, todos ellos auténticamente muy serios (pese al estúpido armonismo del Pensamiento Alicia) pero que sólo adquieren su sentido y su consistencia como tales problemas cuando damos por supuesta la permanencia de la entidad política la que se refieren siendo, sin embargo el caso que dicho supuesto es precisamente lo que se aparece en nuestros días como discutido desde frentes muy variados (PNV, EA, ERC, ETA, &c).
De hecho, resulta —nos parece— verdaderamente significativo, sintomático, en esta dirección, que semejante desplazamiento del discurso del PP se haya podido sustanciar durante el propio cónclave valenciano mediante la supresión de la ponencia política del partido de aquellas denuncias que María San Gil habría logrado —a precio eso sí, de su propia retirada de escena, en una suerte de «autosacrificio» que la nación española nunca le podrá agradecer lo suficiente— introducir en el documento congresual en lo referente a la incesante posición obstruccionista («el árbol y las nueces») del Partido Nacionalista Vasco en la lucha contra ETA. Una situación que ayer mismo hacía notar lúcidamente la diputada Rosa Díez, del partido Unión Progreso y Democracia, en una comparecencia en el Parque del Retiro, poniendo de manifiesto la medida en que gestos como este patentizan la circunstancia, lamentable, de que los partidos nacionales habrían decidido comenzar a actuar como si no lo fueran.
Y desde luego, en el Grupo Promacos estimamos que las advertencias de Rosa Díez, cualquier cosa menos infundadas, no pueden sin duda ser tomadas simplemente a beneficio de inventario. Ciertamente: la decidida voluntad por parte del reformado PP de dejar de ser «monotemático» constituye, para España, una pésima noticia.