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En Iraq tuvo un final trágico
El fanatismo islamita se pone de manifiesto en su más cruda expresión
Miércoles 31 de enero de 2007, por ER. Teherán
La Ashura es una festividad polémica. Al recordar la muerte de Husein, nieto de Mahoma, en el año 680, se conmemora precisamente el cisma entre los chiíes, un diez por ciento de los musulmanes, pero mayoría en países tan importantes como Iraq e Irán, y la rama sunní, la mayoritaria. Desde la caída de Sadam Husein, la Ashura ha sido el momento elegido por los radicales sunníes, inspirados por los wahabbitas de Al Qaeda, para atacar en Iraq. En la de 2004 murieron 171 personas.
Mientras, el resto de la comunidad musulmana celebraba pasajes del Antiguo Testamento, como aquel en que Noé deja abandonada el arca tras el diluvio universal o en el que Moisés salva al pueblo elegido de los egipcios, pruebas que demuestran que el Islam es una vulgar herejía del cristianismo, con lecciones de verdadero fanatismo: si los sunnitas y wahabbitas no dudan en inmolarse contra los cafres, los chiíes se laceran y autolesionan haciendo brotar sangre de su cuerpo, considerado algo insignificante para el Islam, en imitación del tormento sufrido por su profeta Husein. El Revolucionario ha sido testigo de tan peculiares y bárbaras liturgias, que no excluyen siquiera a los niños de corta edad, quienes se arrancan parte del cuero cabelludo con afiladas armas.
Trágico final en Iraq
Cerca de 11.000 policías protegían Kerbala, la ciudad más emblemática para los chiíes. También Nayaf estaba fortificada. Pero eso no impidió que los ataques contra chiíes, siendo el más cruento a la salida de una mezquita en la ciudad de Balad Ruz, al noreste de Bagdad: un suicida se inmoló y mató al menos a 23 personas. Otra inmolación dejó 12 víctimas mortales más en Janaquin, cerca de allí. Cuatro personas más fallecieron en dos ataques en Bagdad. Horas más tarde, 11 proyectiles impactaron en un barrio suní de Bagdad, falleciendo 17 personas.
El ataque no lo prepararon sunníes sino una rama de chiíes radicales que las tropas aliadas reprimieron el domingo cerca de Nayaf, matando a 263 y deteniendo a 502 combatientes. Según el ministro del Interior iraquí, Shirwan al-Wali, los Soldados del Cielo, seguidores de un líder que aseguraba ser Madhi, un imán del siglo X cuyo retorno esperan los chiíes para el comienzo de una nueva era, planeaban asaltar Nayaf y matar a los principales ayatolás chiíes.