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La ministra de Defensa, Carmen Chacón, anuncia por sorpresa que nos vamos de Kosovo
Dejando desairada a la OTAN
Miércoles 25 de marzo de 2009, por Grupo Promacos
La retirada de las tropas españolas de Kosovo, recién anunciada por la ministra de Defensa, se hace por la puerta de atrás, con alevosía y nocturnidad, aunque con el convencimiento (propio también de los insensatos) del deber cumplido: ZP se piensa que sale por la puerta grande, como los buenos toreros.
Según algunos analistas el motivo principal de la retirada se debe a que la crisis económica está vaciando las arcas del estado a pasos agigantados. Otros opinan que el presidente del gobierno pretende, ante todo, desviar la atención de los españoles de dicha crisis con otra medida efectista a la que tanto nos tiene acostumbrados, imitando la política pacifista que tan buenos resultados electorales le dieron en la guerra de Iraq. Tan original pretende ser el Sr. Rodríguez Zapatero que, al parecer, hasta su propio ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se ha visto sorprendido por el anuncio de su compañera de gabinete.
El caso es que la medida no ha sido tan bien acogida ni dentro ni, sobre todo, fuera de nuestras fronteras. Para buena parte de los españoles, y para la totalidad de los socios de la OTAN, la retirada de tropas de la región kosovar supone no sólo una improvisación propia de jóvenes insensatos, sino sobre todo una traición a sus socios militares. Si la retirada de tropas de Iraq hizo dudar a nuestros aliados sobre las dotes políticas de Zapatero (que pretende actuar como particular, no como representante institucional de España) el anuncio actual ha minado completamente la confianza que aún les merecía. Y es que en política, como en todo tipo de relaciones institucionales, las formas pueden llegar a ser tan importantes como los contenidos –-algo indican al respecto—, y el compromiso de permanecer en Kosovo junto a nuestros aliados de la OTAN, aunque fuera a disgusto, no puede romperse de la noche a la mañana.
Desde el Grupo Promacos, y por lo que refiere a los contenidos de la política española respecto al fraccionamiento de la antigua Yugoslavia, ya hemos criticado en distintas ocasiones en estas mismas páginas, la secesión de Kosovo y el papel jugado por el Gobierno español al respecto. Dicho proceso es otro claro ejemplo de disolución de una nación política promovida por sus enemigos, que puede servir de precedente a la España europeísta de las autonomías, a pesar de que algunos dirigentes políticos españoles, especialmente del PP, cegados por su incondicional liberalismo pro-estadounidense, no quieran ver los posibles paralelismos de Yugoslavia con nuestro país (a pesar de las diferencias históricas, o que en España los proyectos identitarios secesionistas no tengan en cuenta, de momento, cuestiones religiosas).
Tal es su ceguera de algunos dirigentes del PP que no se percatan de que los Estados Unidos no es un estado tan liberal económicamente como predican (tal como se está poniendo de manifiesto, de nuevo, tanto con Bush como con Obama, dispuestos a intervenir en instituciones financieras, industriales, &c.), ni tampoco es un simple socio político, pues los aliados siempre lo son frente a terceros, que no tienen por qué tener enemigos comunes en distintos contextos: no es lo mismo asociarse con el Imperio estadounidense para combatir a un país pro-islámico que hacerlo para oponerse a los intereses de Rusia. En la retirada de tropas de Iraq parece que Zapatero antepuso sus pacifistas compromisos electorales (a pesar de que mantuvo las tropas en Afganistán) a los intereses compartidos con los EE. UU. —de Bush II—. En el presente anuncio de retirada de tropas de Kosovo se diría que, dada la coyuntura económica de España, y confiando en que Obama lo entendería, pretende dar una lección de Alianza de Civilizaciones en la que Rusia también quede satisfecha. El problema es que no caben Alianzas cuando los intereses de los asociados son contrapuestos. Y el emperador Obama, del que Zapatero pretendía ser tan afín, se ha pillado un cabreo monumental con el anuncio de la ministra Chacón.
Zapatero y sus votantes no parecen percatarse de que los intereses de España no tienen por qué encajar como un guante a medida con sus pretensiones, por muy bienintencionadas que sean.