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España podría verse fuera del euro
Situación incierta que agravaría la crisis económica
Miércoles 29 de octubre de 2008, por Grupo Promacos
Este cambio de euros impresos en el sur de Europa por euros impresos en Alemania podría parecer absurdo al tratarse de la misma moneda, pero desde el Grupo Promacos entendemos que obecede a un patrón muy claro: al no ser Europa un estado, sino una biocenosis de estados, las garantías monetarias no dependen del Banco Central Europeo, sino de los respectivos bancos nacionales, que autorizan la emisión de moneda en función de los depósitos bancarios existentes. Los ciudadanos alemanes estarían así cubriéndose las espaldas en caso de una quiebra de esos países, que afectaría al Pacto de Estabilidad firmado por las naciones que adoptaron la moneda única.
Ante la crisis financiera producida, entre otros motivos, por la especulación de la bolsa, elemento verdaderamente irracional de la economía capitalista, Alemania, el impulsor principal de la moneda única, es presa del euroescepticismo y acusa al euro de la crisis por los elevados precios que ha provocado.
Tanto es así, que la prensa alemana afirma que es posible que países como Portugal, España, Italia y Grecia, que responden a las despectivas siglas de P.I.G.S. —Cerdos en inglés, palabra que se forma con las iniciales de Portugal, Italia, Greece y Spain—, serían expulsados de la moneda única para evitar que sus posibles bancarrotas, como la que se ha producido en Islandia o la que dicen que se producirá en países de Europa del Este como Rumanía, lastren al resto de países que usan el euro.
Se evitaría así que el euro de los P.I.G.S. cotizara con descuento frente al euro alemán en un futuro no muy lejano. Proceso similar al que sufrió Estados Unidos durante la presidencia de Andrés Jackson en la primera mitad del siglo XIX, cuando el dólar impreso se negociaba a distinto valor dependiendo del estado en el que hubiera sido emitido, y parecido al que sufrió Argentina en la famosa crisis del corralito, en la que los cheques ofrecidos por cambistas cotizaban a valor distinto que sus equivalentes monetarios.
España, con un déficit exterior importante y dependiente de la financiación exterior, producto de la pérdida de su poderosa industria —era el tercer productor mundial de acero en las postrimerías del franquismo— y su dependencia de las grandes potencias europeas, obra de los sucesivos gobiernos del PSOE y proseguida con resignación por los del PP, habría visto devaluada su moneda en alrededor de un treinta por ciento respecto a la alemana de no existir el euro. De hecho, pese a la estabilidad intrínseca al euro, la crisis ha producido, por ejemplo, que las propiedades inmobiliarias de alemanes e ingleses en la costa española y portuguesa se hayan depreciado, al tiempo que los inversores extranjeros han ido abandonando España ante el alza de precios sufrida en la zona mediterránea a causa del euro.
Si España, ya fuera por propia iniciativa —algo muy extraño en nuestro aliciesco y pánfilo gobierno, que cree en la bondad de Europa a pies juntillas— o por expulsión de terceros, volviera a la peseta, tendría en sus manos la posibilidad de devaluar la moneda y ajustarla a la situación económica del país.
Sin embargo, también se encontraría en una situación peligrosa, si son ciertas las noticias que desde hace un año se han publicado en algunos medios de prensa: el Banco de España ha vendido más de la mitad de las reservas de oro de que disponía para conseguir liquidez inmediata, intentando así tapar la crisis que se avecinaba y huir hacia adelante. Si así fuera, entonces la peseta se devaluaría en la proporción justa a la pérdida de esos depósitos de oro.
De ser ciertas estas informaciones, el autodenominado «Gobierno de España» habría cometido una gravísima irresponsabilidad, pues amparado en la garantía que ofrecía el Banco Central Europeo al conjunto de la moneda única, haciendo inevitable el colapso de ninguno de sus miembros, habría logrado que España dependiera de manera dramática del euro: si fuera expulsada de esta moneda, España tendría que utilizar una peseta tremendamente devaluada, debido a la falta de reservas de oro que garantizasen su valor. Con la consiguiente pérdida de riqueza que ello supondría para todos los españoles.
El Plan de restringir la zona euro a potencias como Francia o Alemania y las que mantengan un déficit público escaso según el Pacto de Estabilidad, solamente reforzaría la idea de una Europa biocenótica. Si los billetes de un dolar incluyen el lema ex pluribus unum, de muchos a uno, el euro del futuro habría de incluir el suyo propio, ex uno plures —de uno a muchos—, confirmando así la imposibilidad de la unidad europea en ninguno de sus aspectos.