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Ratzinger: lacayo al servicio del Eje franco-alemán
Se prepara el V Centenario de la inexistente proclamación de las 95 tesis de Wittemberg
Sábado 25 de octubre de 2008, por ER. Bruselas
En un mundo en el que los socialistas no son socialistas —en vez de a la sociedad defiende cada cual su cortijo particular—, en el que los liberales no son liberales —después de criticar a los intervencionistas están interviniendo masivamente— y donde los comunistas van dejando de ser comunistas —China adopta todas las técnicas del capitalismo «salvaje»—, les ha llegado el turno a los católicos que pronto podrían dejar de ser católicos para convertirse en un pastiche protestante.
Benito XVI ha encargado a una comisión informal de teólogos católicos la posibilidad de «rehabilitar» a Lutero, en el marco del próximo 500 aniversario, la inexistente [1] proclamación de las 95 tesis en la Catedral de Wittemberg (1517). De hecho, el papa alemán jamás se ha referido a él como «hereje» sino que en sus discursos lo denomina «reformador» lo cual supone ya de facto incluirlo dentro de la ortodoxia.
De un tiempo acá se vienen sucediendo un cúmulo de actos filoprotestantes —películas, libros---que pretenden o bien ensalzar la figura de Lutero o bien sentar los cauces de una posible entente entre las iglesias católicas y las protestantes. Ya hay quien se pone a rebuscar a la caza de documentos que prueben «desde la Tradición católica» que el fraile agustino no estaba falto de razón, como un discurso de Adriano VI en la Dieta de Nuremberg donde parece que reconoce la justeza de algunas tesis del fraile hereje.
La excusa para el entendimiento es la cruzada contra el laicismo y el ateismo desenfrenado pretendiendo incluir en ella también a los mahometanos. Pero más que ambas cosas, lo que existe en Europa e Iberoamérica es más bien un mercado pletórico donde ingente muchedumbre de religiones, heterías soteriológicas, pseudociencias, ideologías, supersticiones, etcétera, compiten respectivamente a la caza del incauto que quiera alcanzar con ellas la felicidad.
¿Por qué interesa a la izquierda hispana la descomposición del catolicismo?
No somos profetas. El catolicismo no va a desaparecer, pero sí parece entrar en un proceso de descomposición que puede ser imparable si se acepta a Lutero y con ello la influencia de todas la filosofías e ideologías de raigambre protestantes. Para un materialista, lo que se descompone no desaparece en la nada sino que se transforma y el quid de la cuestión es saber en qué se transformará ese catolicismo. O bien se ahonda en su idealismo —ésta es la idea de aquellos que buscan el contubernio con Lutero— o bien se rescata su hilo materialista e impío. Esta es la opción que debiera seguir una izquierda hispana. Si la cultura católica junto al español es lo que nos une, es necesario triturar y reconstruir esa misma tradición cultural que posibilita hablar de la Hispanidad como una unidad y no como mero agregado de naciones étnicas o políticas dispersas.
[1] «En realidad, el acto de la afixión fue una invención excogitada y narrada por Felipe Melanchton en su prefacio a la segunda edición de las obras de Lutero publicadas en 1546. Ningún historiador del luteranismo había hablado de ello con anterioridad a esta fecha. El propio Lutero jamás contó tal cosa. Lo único que sucedió el 31 de octubre fue que Lutero envió una carta al arzobispo de Maguncia denunciando los abusos cometidos en la venta de indulgencias. Ahora bien, no vamos a pedir a unos guionistas que no dudan en tergiversar y falsear hechos históricos perfectamente documentados que se abstengan de retratar algo que ni siquiera sucedió, pero que se ha repetido hasta la saciedad, porque simbolizaría a la perfección la protesta de Lutero contra los supuestos abusos de la Iglesia católica.» Juan Antonio Hevia Echevarría, Sobre Lutero y sus mentiras