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Concierto por la “paz” en la Plaza de la Revolución de La Habana
Según algunas fuentes el espectáculo congregó a más de 1.000.000 de personas
Jueves 24 de septiembre de 2009, por ER. Matanzas
Hoy, la música, por medio de los cantantes, se puede considerar una continuación o un instrumento más de la política. El cantante, además de representar un eslabón más de la denominada «cadena de valor» de la industria de la música, hace las veces de sacerdote, ídolo y de emisario-diplomático. Miguel Bosé, el artista de la ceja, se podría considerar a este respecto y atendiendo a esta última función del cantante como «un Moratinos utilizando otros medios».
Palabras tan metafísicas como «paz», «libertad» o «democracia» son utilizadas por políticos y cantantes de esta ralea porque venden mucho, muchísimo, tanto mercantil como políticamente. En el concierto, fueron constantes, por parte de los susodichos «artistas», las alusiones a estas palabrejas, viejas hembras engañadoras.
Cuba, dada su actual situación política y económica, no dudó en aceptar la celebración de semejante encuentro: hay que aliviar al pueblo y ganar tiempo, eso lo sabe muy bien Raúl Castro. Todo hay que decirlo, también tuvo el concierto sus momentos de tensión cuasi teatral, demostrando la ambigüedad y contradicción del evento, cuando Juanes y Miguel Bosé dudaron en salir a escena ante ciertas acciones de las autoridades cubanas.
Por cierto, también Obama, muy zapateril él, apoyó la gran orgía desde la Casa Blanca. Hasta Fidel Castro bendijo la fiesta porque cree que es buena para acabar con el bloqueo. Por supuesto, otros grandes beneficiados, como el Papa y el Vaticano abrazaron la iniciativa dando palmas con las orejas.
La posible transformación de este país hacia una socialdemocracia de mercado («Es hora de cambiar», se titula una de las canciones de Juanes), fue el caldo de cultivo de estos cantantes, que como especialistas del marketing saben muy bien que hay que subvencionar el producto a un potencial mercado de consumidores cubanos cantándoles lo que ellos quieren oír para, cuando llegue el momento, tenerlos preparados: ser libres para consumir. Aunque, también tiene sus costes, que seguro estarían dentro de sus cálculos, ya que en torno al 80% de los exiliados cubanos en Miami estuvieron en contra de la celebración del concierto: «Juanes traidor, amigo de Fidel», gritaban exaltados a la vez que rompían sus discos.
Desde El Revolucionario, queremos aprovechar tan complejo acontecimiento para proclamar que el peso ideológico político y los intereses económicos están a la orden del día: cuidado con las apariencias. Por este motivo no cejaremos en nuestro empeño crítico. La verdad se hace en la lucha.