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La llegada de Bush II a Uruguay desata las protestas de las izquierdas indefinidas de la República Oriental
La izquierda extravagante uruguaya recibe con insultos al emperador mientras el Gobierno de Tabaré Vázquez se ve obligado a negociar con el Imperio realmente existente
Domingo 11 de marzo de 2007, por ER. Montevideo
Uruguay: un país dividido por la visita del emperador
El presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Jorge Bush II, arrivó en el aeropuerto de Montevideo, la capital uruguaya, en el Air Force 1, avión presidencial, ayer viernes recién llegado de Brasil. La gira de Bush le ha llevado por Méjico, Guatemala, Colombia, Brasil y ahora Uruguay, sus grandes bastiones en Hispanoamérica. Ya en el aeropuerto, unos 400 manifestantes de izquierda indefinida le recibieron con pancartas donde se pudieron leer cosas como «Fuera Bush, asesino». En las calles de Montevideo, durante la visita del presidente estadounidense, numerosos manifestantes se concentraron en las calles para repudiar lo que consideran un acto imperialista y, también, un entreguismo burdo por parte del Gobierno uruguayo del oficialista Frente Amplio. Mensajes como «Bush, fascista, vos sos el terrorista», «Fuera genocida de América Latina» o «Un oncólogo atendiendo al cáncer de la humanidad y tratándolo de “Amigou”. Toda una paradoja....» —la referencia de oncólogo se refiere al presidente Tabaré Vázquez— llamaron la atención en las manifestaciones.
Sin embargo, la presunta unanimidad de la «izquierda» uruguaya acerca de la visita de Bush II no es tal. Lo cierto es que muy pocos se alegran de la visita pero todos quieren negociar con el emperador. Hay una división en la izquierda uruguaya, no tanto como fractura social, pero sí como dilema ético y moral, entre los ideales y la Realpolitik. Una reciente encuesta en Uruguay dio unos datos muy esclarecedores sobre la opinión pública uruguaya. Un 12% de ciudadanos uruguayos apoya la visita de Bush, pero cerca de un 56% apoya la ratificación de un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Sintomática de la frialdad que impone la política real sobre los ideales es la frase del ministro de agricultura José Mújica, antiguo Tupamaros: «Si no fuera ministro marcharía contra Bush».
Uruguay necesita a Estados Unidos para abrirse comercialmente al mundo
Este fin de semana se han reproducido otra vez los cierres fronterizos terrestres entre Uruguay y Argentina por los ecologistas extravagantes de la provincia argentina de Entre Ríos, la cual, por cierto, ha declarado que no volverá jamás a vender madera a Uruguay. Uruguay necesita apoyarse en Brasil y Estados Unidos para hacer frente a Argentina, a su vez apoyada por Venezuela, en lo que resulta una lucha todavía no enconada pero sí tensa por el dominio del Mercosur. Por su parte, el Imperio Estadounidense sabe que dos plazas fuertes de su llamado «patio trasero» en el momento actual son Uruguay y Brasil. En el caso de la República Oriental del Uruguay, Estados Unidos pretende reforzar las relaciones bilaterales económicas y diplomáticas, abriendo lo más posible la agenda entre ambas naciones políticas americanas. Tabaré Vázquez, ante las críticas dentro y fuera del Frente Amplio, se definió a sí mismo como «antiimperialista» y «antioligárquico» y dijo recibir a Bush II como a un mandatario más de un país como otro cualquiera. Hipócrita forma de salir del paso ante las críticas. Sin embargo, la firma en enero de un Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA, según sus iniciales en inglés) supuso el primer paso para un futuro Tratado de Libre Comercio —criticado tanto por Argentina como por Brasil—, y esta visita supone sin duda el segundo paso. No en vano, los Estados Unidos de Norteamérica es uno de los principales socios comerciales del Uruguay, con una balanza comercial más que fructífera el año pasado, con 196 millones de dólares estadounidenses de saldo para Uruguay y 522 millones en exportaciones.