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Respaldados por la Santa Iglesia Católica como genuino representante en el presente del Antiguo Régimen
Se confirma la tesis de ER México DF: triste papel el de México en Iberoamérica: representante de la reacción conservadora y rompeolas de Estados Unidos contra el bloque geopolítico suramericano
Lunes 29 de enero de 2007, por ER. México DF
Mientras Calderón, con una permanente, irritante y obtusa sonrisa, polemiza con Lula en Davos por el contenido ideológico de Iberoamérica, Espino cita en la inauguración de la nueva sede de la ODCA en México, a uno de sus ideólogos fundamentales: «El Santo Padre decía que a nadie le es lícito permanecer ocioso.». La tarea central: frenar al populismo de todos los gobiernos de izquierda de la región, según declara el fiel seguidor del Papa.
La Organización Demócrata Cristiana de América surge en 1947 en Montevideo, según los principios del humanismo cristiano, la defensa de los valores y derechos de las personas, el impulso a los procesos de cambio (hacia dónde no importa, según este tan típico —por otro lado— formalismo y fundamentalismo democrático), la modernización de la sociedad, etcétera, etcétera, etcétera. Dentro de sus filas sobresalen los señores Eduardo Frei y Patricio Aylwin de Chile y Rafael Caldera de Venezuela.
Pero lo cierto es que Manuel Espino, líder del PAN mexicano y nuevo flamante dirigente de esta organización «humanista, liberal y democrática» continental, es un hombre con estrechos vínculos con la organización de extrema derecha mexicana, el Yunque, constituida según la directriz de conformar con sus miembros un auténtico ejército de Dios.
La tarea de esta organización de derecha (un cuerpo que acaso tenga como núcleo dirigente a la ultraderecha) es rescatar todos los gobiernos de Iberoamérica, desde República Dominicana hasta Brasil, pasando, claro, por Venezuela y Cuba (apoyando a la oposición política cubana, etc.): «Queremos —declaró Espino en conferencia de prensa— sinergizar (sic) la acción de los partidos para que vayamos por objetivos comunes, para que todos juntos vayamos por los gobiernos de República Dominicana, de Costa Rica o de Brasil» (¿habrá sido esto último lo que tenía en la mente el señor Calderón cuando sonreía con cinismo frente a Lula en Davos?: «querido Lula, haremos todo lo que esté en nuestras manos, si es necesario organizaremos un ejército de Dios en Brasil, para quitarte del poder»).
La táctica de esta organización consistirá en establecer lazos orgánicos con los partidos de derecha afines en toda la región a fin de frenar en bloque a todos los gobiernos de izquierda que, desde diversas gradaciones políticas, se está afianzando en el continente. Dentro de sus actividades específicas están la de proveer servicios concretos de capacitación, métodos de trabajo para campañas electorales y el enriquecimiento de ofertas programáticas aprovechando «proyectos exitosos».
Adicionalmente, parece estar dentro de los planes del señor Espino, quien dedicó la nueva sede de la ODCA al papa Su Santidad Juan Pablo II, el proponer al señor Vicente Fox para que dirija la Internacional Demócrata de Centro.
En fin, tenemos a la vista la estrategia de la derecha encabezada desde México: apología al formalismo y el fundamentalismo del libre mercado y el neoliberalismo, acompañado de la retórica humanista y liberal, como frente de ataque abierto contra el llamado —pero nunca definido— populismo de izquierda de Iberoamérica y como arma de destrucción política del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, a nivel nacional, y Marcelo Ebrard como dirigente del núcleo político del movimiento: la Ciudad de México.